La danza como meditación en movimiento
Estamos acostumbrados a ver la meditación como una forma de silencio y de quietud en la cual nuestra mente entra en un espacio en blanco donde los pensamientos se acallan completamente. Esto es legítimo hasta cierto punto pero la verdad es que la meditación va más allá, meditar es viajar a un espacio de reencuentro con nuestro verdadero ser y con el universo, es acallar la mente del constante ruido de los pensamientos repetitivos en nuestra cabeza con el fin de trascenderlos, es de alguna encontrar la armonía en nuestro interior.
Es por ello que la meditación no sólo se puede hacer en estado de quietud, este estado se puede alcanzar también con el movimiento y la danza puede jugar un papel muy importante, no en vano en la antigüedad se bailaba para encontrar a Dios o para alimentar el espíritu y llegar al éxtasis dando lugar a una forma diferente de encontrarse en la realidad, de trascender la mente.
La danza ha sido por excelencia la forma en que mejor nos podemos comunicar con la esencia que habita en cada uno de nosotros, pero también hay que aclarar que lo más importante es la forma cómo se baile, no por el estilo o el ritmo, sino porque la verdadera meditación con la danza viene cuando la intención, el gozo y el aquí y el ahora están conectados y nuestro cuerpo y mente son uno solo al servicio de la expresión de éste a través del ritmo.
Finalmente sólo hay que dejarse llevar porque no hay nada más poderoso que el movimiento consciente, el movimiento que parte de ser honestos con lo que queremos y que a la vez surge de lo más profundo del ser, cuando logramos eso la mente se acalla, el cuerpo se relaja y la danza empieza a ser la meditación en movimiento que tanto necesitamos.
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